domingo, 21 de marzo de 2010


El chico de los ojos claros ahora prefiere evitarme. Responde con evasivas y prefiere no acercarse como lo hacía antes. Dice que no tiene tiempo. Casi lo prefiero así. Nunca he tenido muy buena suerte con los chicos. Quizá algún día piense en cambiarme al otro bando. Pero prefiero esperar. En cuatro meses me iré de una vez de aquí. La gente dejará de sentirse obligada a preguntarme qué tal estoy, y lo mismo para mí. Me mudaré, sí, a un sitio donde apenas nadie me conozca. Un lugar grande donde haya espacio suficiente para no asfixiarme. Donde no esté clasificada. A lo mejor me encuentro un chico de ojos grises. Siempre se me han hecho tan inalcanzables... Nunca he conocido a alguien así. Quizá lo encuentre. Y cuando lo encuentre, me quedaré embobada sumergida en ellos. Sí, eso es. Ojos grises. La oscuridad de los ojos negros y marrones jamás me ha sabido tratar como realmente soy. Los ojos verdes siempre han estado llenos de envidia. Y los ojos claros me recuerdan a los días soleados en la playa cuando el mar está tranquilo, tanto que llega a marearme y el brillo del sol me deslumbra tanto que tengo que dejar de mirarlos. Sí. Unos ojos grises estarán bien. Me gustan los días lluviosos en los que las nubes están bajas. Me inspiran confianza y deseo.

Esta mañana bajé a ver el mar. Está maravillosamente bello. El oleaje está continuamente agitado, como un león enfurecido. Las nubes grises han aparcado sobre él, y de vez en cuando se permiten descargar su agua en el mar. Están bajas, y se puede oler la humedad de la primavera llegando al fin. El tiempo está pasando y solo ahora comienzo a notarlo. He empezado a contar los días para que llegue el verano. Para que juntas podamos disfrutar de esas tormentas que solo caen una vez cada mucho tiempo. También corre el aire. Un aire cálidamente frío. Mañana intentaré bajar de nuevo a hacer un par de fotos. Espero que siga igual.

-Realmente lo único que quería era poder hacer algo bueno. Algo tan bueno, que la gente por la calle se parase para mirarme y dijera "mira, es ella". Quizá era un sueño absurdo. Un sueño egoísta. Algo que me hiciera no tener que preocupar por nada. Pero todo es poco. Siempre se ha esperado más de mí, lo que hace que cualquier cosa parezca insignificante. Lo odio. Simplemente lo odio. Odio ser una estúpida apariencia. Sé que soy así. No suelo enfadarme, deprimirme, y mucho menos meterme en líos. Pero aún así, soy humana. No puedo pasarme la vida sonriendo cuando mi corazón siente totalmente lo contrario. Aquella pequeña Alice parecía crecer por momentos. Como si de repente se hubiera despertado, y hubiera desaparecido ese mundo de eterna felicidad en el que se encontraba sumergida, como si nunca nada ni nadie pudieran hacerlo desaparecer. Pero allí estaba. Tirada en mitad de la nada. La hierba de color verde oscuro sobre la que se sentaba, era mojada por las gotas que caían de las grises nubes. -Es agobiante cuando tienes que cumplir un papel fijo. Que nadie esté ahí cuando lo necesites. Que cuando te caigas no puedas permitirte el poder llorar. Porque sabes que nunca nadie te hará caso. Que nadie te ayudará a levantarte. No soporto ser vista como la criatura adorada por todos que realmente no recibe ningún tipo de atención. Como si fuera la mascota de un rey, que dice estar enamorado de ella, pero encarga a sus súbditos su cuidado, a darle todo tipo de comodidades, pero luego no le dirige ni una mirada, e incluso le aparta con el pie cuando quiere jugar. >>Adoro cuando las notas de cualquier canción recorren todo mi cuerpo hasta llegar a excitarme. Lo adoro. La sensación de formar parte de la música. Pero odio el control cuando de ella se trata. Quiero llevarlo al extremo, que todo el mundo pueda sentir lo que yo siento. Que sientan esa descarga. Como si un rayo partiera desde dentro de ellos. Pero se me hace imposible. Muchos se defraudarían al ver que no soy como ellos piensan. Dicen que mi fortaleza les ayuda a seguir adelante, el haber luchado por mi sueño... Pero ni si quiera yo lo he conseguido. Por eso, cuando puedo, me escapo y vengo a esta jaula. A una jaula en mitad de la nada en la que nadie más entra. Creada a partir de mis sentimientos. Esos que todos desprecian. De los que todos huyen... Por eso me pregunto... ¿qué demonios has hecho para poder abrir la puerta cuya llave tiré hace tiempo?